La muerte de la mariposa

Atardeceres precoces.

lunes, 10 de junio de 2024

Un dolor bonito




Tengo en el pecho una herida abierta, tengo un dolor bonito, un dolor que no entiendo, pero se siente profundo en el corazón. Antes me molestaba y le pedía que se marchará,  ahora lo abrazó y me sumerjo lo más que pueda en él. 


Este dolor es único, no ha existido en mí un dolor que se le parezca, no me aprieta el pecho, no me duele en el día, no me duele en las noches, no me duele en las tardes, solo duele cuando es preciso doler. Inconmensurable.  Siento como fluye y se expande por mi pecho, viaja sutilmente hasta convertirse en agua y sal. Se convierte en mar.

Mar en calma, mar de silencio. 


La tristeza navega en el mar de mi dolor, llevando una pequeña barca con un remo pequeñito que retrasa el recorrido, se va meciendo sutilmente y de forma silenciosa, transfigurando su no rostro en amargura.  La tristeza navega lento en este mar de desasosiego, mientras flotan los recuerdos y ve a su alrededor como naufragan abandonados los barquitos de papel cuadriculados, cargaditos de angustia maldita.


viernes, 3 de julio de 2020

Del cajón de la mesita de noche -la vida







La vida... la tuve dos veces en dos seres que perdí,
dos seres que no podían pronunciar palabra,
pero que con su silencio me demostraron todo.
¡Bendita vida la que nacía de ellos en el mutismo! 

La vida es un pasito corto y pesado, parece que nos
llega como un regalo sagrado, un regalo salido
de la nada, pero no es un regalo gratuito es una
transacción peligrosa.
Es como quien se encuentra una cantidad de dinero
en un maletín y no sabe si devolverlo  o quedarse
con él al ser tan misteriosa su procedencia. 

Cuántas veces he deseado devolver el maletín
y no embarcarme en la duda, pero he sido cobarde
lo admito, no he tenido el valor para encontrar el camino
hacia el dueño y devolverle lo que casualmente me
otorgó por error, por el contrario he ido sacando
cantidades mínimas de dinero y las he desperdiciado
frugalmente. Resulta que no soy tan avara como
debería es como si sospechara de esta eventualidad.

Del cajón de la mesita de noche (Vejez)




Todos los dias la veo, resulta que vive en el cuarto de al lado y no lo negaré
es molesta, ruidosa, gorda y altanera y lo digo así, sin más, sin hipocresía
no pretendo hablar bien de la vejez porque le deseó la muerte,
porque no deseo encontrarme con ella.

Me desagradan sus pataletas, berrinches y su olor de orines y caca.
La vejez es escandalosa, miserable, ruin, egoísta y desafortunada. 

Es feliz mintiendo, llorando y llamando la atención.
Cuando se está tan
cerca a la vejez como lo estoy yo es difícil no contaminarse con ella.
Así que ¡ojo¡ si la vejez rondar junto a tí HUYE. Es contagiosa. 

Que la maldita se quede en los ancianatos, donde debe estar
y tú sálvate de ella mientras puedas, vete de cualquier lugar donde
intente aparecerse con su vulgaridad. MALDECILA, nunca la aceptes
como algo inevitable, de ser necesario llega primero al panteón. Antes
de que te alcancé y te vacíe el alma. SÁLAVATE por fuera, SÁLVATE por dentro,
sálvate de la vieja vejez.  

sábado, 9 de mayo de 2020

No quiero estar






La noche es la amante de los suicidas con su vestido negro y su collar de perlas los encanta, solitaria en una esquina cual prostituta, se fuma un cigarrillo, cruza sus piernas descarada y sensualmente expande su humo por el recinto de baile. El show principal ha sido acaparado por la monstruosa y vieja Soledad, pero a la noche no le importa, ella es consciente de sus encantos y nunca nadie podrá ocupar su lugar. La noche es bella, exótica, atrayente es simplemente ella. Sus ojos luminosos tienen un efecto narcótico para las almas de los incautos vivos.  

Noche hoy soy tu víctima favorita. 

Mi destino fue tejido por la vieja fortunata. En el octavo círculo, con su cola Cancerbero designo mi lugar así que seré un árbol con sangre entre sus ramas que se lamenta por toda la eternidad. Mis raíces están ancladas al infierno, si fuí miserable en vida ¿Qué excusas hay para no serlo en la muerte?.  

miércoles, 15 de enero de 2020

A Juan lo ví






Y... ¿si un día despierto y me doy cuenta que no me gusta el blues?. Creo que desperté y me doy cuenta que esto me dolería más que perder a Juan. El blues...ese día había fumado mucho, pero a pesar del humo, logro recordar cada sensación, cada nota que recorrió mi cuerpo. Fue como un primer beso en la boca, fue dulce, fue amargo, fue gris, fue azul, fueron latidos intensos en el corazón. Mis ojos explotaban, el gozo, el brillo, el calor de aquel candor. Era mi momento, yo sola,  yo bailando y me pregunto si deseo traicionar este momento con otro, ¿otro?.


A Juan lo conocí en un día de mierda, en un día muerto, un día en el que no respiraba, estaba inerte, era un día donde el dolor era un barquito triste de mierda que navegaba, navegaba y navegaba para luego hundirse solo. Era un dolor navegante, que hedía, hedía a mierda. 

Recuerdo que estaba lloviendo, esta lluvia tenia nostalgia y se atrevía a ver tranquilamente el naufragio de mi barquito, pero en un instante sin más lo vi. -Juan, hasta ese instante no sabia tu nombre, me pareciste  tan alto, tan simple, tan parecido a mi, tan gastado, que verte y amarte fue narcisismo porque me reconocí en ti. Quise que me tomaras por siempre. En ese momento empece a verlo en un salto dado por el tiempo y besaba mis senos, besaba mi caderas, besaba mi espalada, besaba mis piernas, me besaba el culo, me cogía duro con su verga y me daba, me daba y me daba todo lo que le pedía, por detrás, por delante, por arriba, por abajo, por el alma, por la boca, por mi mente. por donde no me dolía, por ahí, ay! ¡ay! ¡ay! ¡ahí!.  Lo vi y quise que introdujera su lengua en mis ideas, quise más que eso, lo queria a él tan carnal, tan visceral, tan sucio, limpio y puro queria un Don Juan de mi época. 

jueves, 2 de enero de 2020

Papelitos por ahí








Nadie sabe tu dolor, nadie entiende la nobleza de tu corazón, una mujer solitaria con el alma a flor de piel. El dolor de un hombre te marchito, el cuidar a una hija te marchito, el cuerpo, la piel, el corazón, pero el alma aún sonríe. Encuentro papelitos por ahí donde desnudas el alma, donde hablas de la soledad, del silencio de los días, del paso del tiempo, hablas en silencio y es curioso porque andamos viviendo la soledad en la misma casa. La soledad que nos acecha, la soledad que nos sonríe y se burla de nosotras a carcajadas. Es la soledad de la madre, es la soledad de la hija, es la soledad sola caminando en una casa pequeñita como de muñecas, pero camina largos pasillos por los corazones que se encierran en tres cuartos. Quisiera despegar esa soledad de nuestras vidas, pero no he podido ni siquiera con la mía ¿Será que nos da miedo decirle adiós a la soledad temiendo quedar más solas sin ella?.

miércoles, 17 de julio de 2019

Graffiti Bogotano




                      


Quiero contarles que durante estos días mis miradas se han enfocado en eso que llamamos arte callejero, pero no hago referencia a todo lo que estas dos palabras podrían enmarcar ya que desde cualquier ángulo resulta ser un concepto bastante amplio y en últimas no me interesa que se me convierta en un problema, así que  rápidamente les diré que de lo que hablo es el graffiti Bogotano. Arte que se cuela entre los muros y el gris que penetra. Arte callejero, transgresor, marginal,citadino, arte de muros y entre muros. Graffiti Bogotano ya que nos ubicamos sobre el altiplano cundiboyacense de la cordillera oriental de los Andes con sus 1775 km 2. Madre del caos callejero.

Ante mis ojos han empezado a bailar los throught ups, las regordetas bubble letters, las demoledoras, rudas e imponentes Block letters que se posan en los puentes capitalinos. El wild style, californiano, figuras en tres D, iconos, character, etc. El graffiti Bogotano enmarca lo que esta ciudad es en la rudeza de sus calles, la contaminación, el gris y lo inarmónico de sus espacios.

 Debo decir que no soy una experta en el tema, solo soy una ciudadana  que se camina visualmente los muros de esta ciudad, pero al caminar me gusta pensarme de vez en cuando en los espacios que irradian vida, miro las piezas intentado descifrar algún mensaje, intentando adivinar el nombre oculto en aquél tag, viendo la belleza un tanto sucia que se guarda en un bombing o crew, pero que lo hace un lugar completamente cool y con estilo. 

Desde muy pequeña me ha llamado mucho la atención la escenicidad en la que se mueve el graffiti y vivo con la frustración de no haber podido dedicar mis pasos al arte, a la adrenalina y a la fugacidad con la que vive un graffitero.

 El graffiti al ser conocido como un arte marginal también le da este aire de marginalidad al writter, aquel perseguido social que huye por las noches con sagacidad como lo haría un gato. El graffitero se la juega por su graffiti y es esta luchas la que hace que el arte prevalezca. No es fácil sacar del mutismo al inerte ciudadano, aquel personaje que se  recorre la caótica ciudad de de tramo a tramo, de norte a sur, desde la mañana hasta por la noche y se le olvida observa la belleza que reina en el caos, pero así somos la rutina nos sumerge, se nos pega en el alma y ocasionalmente nos acordamos de levantar la vista de nuestros celulares y pensar en el exterior. Cuando logro salir de ese mutismo me gusta mirar la calles, los muros, la suciedad y pensar en todo lo positivo que esto encierra y me reconforta de nuevo. Amo el color, amo recorrer esos museos callejero que se me presentan a los ojos, no hay elitismo, no hay esnobiso soy yo recorriendo y pensando en el anonimato de estos artista que sin más se atreven a entregarnos su talento. 








domingo, 2 de junio de 2019

El mar no salvo nada.






Entonces me desnude frente al mar y en ese instante senti como la brisa me golpeaba el alma. Me negue a escribir en el papel y por un instante en la arena dibuje con el alma hinundada de dudas y pensé en el objetivo tuyo de lastimarme.  !Te felicito que bien hiciste la tarea!. 

Ha pasado el tiempo, pero ese olor del dolor aún viene a mi, me pregunto ¿cómo se deshacen las  lagrimas que quedarón como huellas en la arena? ¿ cómo viaja en el mar más remoto las lagrimas que derrame en él?. Ahí viajo mi soledad. 

Los dias en el paraiso aún no sanarón lo que un recuerdo marcó, al volver perdí tanto al igual que cuando me fui, te perdí a ti, me perdí a mi y creí que me encontraria, pero el silencio me volvio sombria. En estas noches me siento sola y se que toda mi vida he estado así, No sé ni porque me extraña el fracaso del fugaz instante que viví contigo si fue el momento más premonitorio que he vivido. 

Nunca he tenido la oportunidad de hablar, a pesar de que siempre ando haciendo ruido. Ahora no se nada de vivir...

Luchando con la locomotora de los treinta.




Cuando tienes veinti seis años te das cuenta que el tiempo se pasa muy rápido, te das cuenta que estas a solo unos cuantos años de volverte una treinta añera o un treinta añero. No nos podemos engañar ya que la verdad es que las palabras treinta añera o treinta añero nos llenan de un terror infinito, nos ponen a pensar en todos aquellos planes que teniamos para cuando ese momento llegue y es entonces cuando nos asustamos el doble porque reconocemos que no hemos cumplido ni la mitad de los sueños que anotamos en el papel a eso de los veinte y entonces el terror se acrecenta.

Debo decir que en estos momentos estoy entrando en esa crisis, me miro en el espejo y al parecer soy todo aquello que nunca hubiera querido ser. No he terminado mi carrera, no tengo una pareja, pero para no ser tan negativa diré que afortunadamente no estoy llena de hijos y entonces pienso que a esta altura del partido soy completamente afortunada, pero esto tiene su contra ya que si eres mujer empiezas a ser una solterona o la gente empieza a dudar de tu sexualidad, sino has sido lo suficientemente demostrativa con ello.

Todos los dias al despertar trato de no pensar en esto, en seguir mi vida y hacer de cuenta que no pasa nada, que debo preocuparme por vivir el presente, que tengo que terminar mis estudios, seguir con mi trabajo con el fin de aparentar que tengo algo, pero ¿dónde están esos sueños que de pequeños nos haciamos?, ¿los paises que soñabamos recorrer?, ¿los amores revoltosos que hubieramos deseado tener?, ¿dónde está la rebeldia que los 20 nos dio? acaso ¿ se ha esfumado?, ¿Dónde están esas ganas de comernos el mundo?, ¿será que al llegar los treinta la vida nos empieza aplacar los ánimos o nos hemos estrellado tan fuerte para que los treinta años nos empiecen apagar esa pasión al rojo vivo que parece tan inalcanzable?.

Quiero pensar que estos planteamientos no son ciertos, quiero pensar que aún tengo que seguir buscando las segundas oportunidades, porque al parecer las primeras ya se dierón. He dejado pasar muchas cosas porque aun descreo en mi, porque me he dejado llenar del dolor que en algún momento me ha marcado una pasión, aún mis esperanzas de viajar y de comerme el mundo están, solo que no sé cómo la sociedad le da segundas oportunidades a los treinta añeros, cuando a los veinte debes estar en la cima del mundo.

Tengo miedo de llegar a esa edad...y entonces pienso que está locomotora nos está tragando vivos, nos levantamos constantemente pensando en el mañana en las apariencias en aquello que debemos tener para ser más que el otro, resumimos la vida en tener, tener, tener y tener solo bienes materiales no tener un alma pura, somos vanidosos, dejamos de lado lo real.  Las personas se suicidan porque se hallan amarradas a las soledades de una sociedad hpócrita al parecer no nos interesan las personas reales, entre más superficial y falso te veas, eres mejor aceptado y nos obligamos a vivir en esa carrera de ratas la cual sabemos que nunca va a tener un final, porque la meta se vuelve en una ilusión. La menta es completamente inalcanzable.

Cada etapa traes sus miedos, supongo que cuando este culminando mis treinta empezare con la crisis de los cuarenta y para ese entonces se las contaré, aunque espero para la fecha haberme desligado de esta sensación tan vana que hoy les acabo de manifestar. Quizás logré reconocerme como un ser que salió de ese gran cajón de prejuicios, que dejó de lado esa manía de andar comparándose y que decidió que las pasiones deben estar a flor de piel para reconocer la verdadera felicidad porque entendió que esa no se encuentra en las tiendas de ropa o en los perfumes caros y puede que para ese entonces me reconozca libre y probablemente ya no sea la crisis de los cuarenta cómo hoy es para mi la de los treinta y entonces habré parado la locomotora del miedo. Haci nunca allá logrado parar la locomotora del tiempo.