Tengo en el pecho una herida abierta, tengo un dolor bonito, un dolor que no entiendo, pero se siente profundo en el corazón. Antes me molestaba y le pedía que se marchará, ahora lo abrazó y me sumerjo lo más que pueda en él.
Este dolor es único, no ha existido en mí un dolor que se le parezca, no me aprieta el pecho, no me duele en el día, no me duele en las noches, no me duele en las tardes, solo duele cuando es preciso doler. Inconmensurable. Siento como fluye y se expande por mi pecho, viaja sutilmente hasta convertirse en agua y sal. Se convierte en mar.
Mar en calma, mar de silencio.
La tristeza navega en el mar de mi dolor, llevando una pequeña barca con un remo pequeñito que retrasa el recorrido, se va meciendo sutilmente y de forma silenciosa, transfigurando su no rostro en amargura. La tristeza navega lento en este mar de desasosiego, mientras flotan los recuerdos y ve a su alrededor como naufragan abandonados los barquitos de papel cuadriculados, cargaditos de angustia maldita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario